domingo, 16 de octubre de 2011

Nada puedo hacer

Nada puedo hacer para dejar de ser.
Caen cabeza abajo los días, unos tras otros,
en un vacío de muda complacencia.
Caen horas, minutos, segundos; cae un cuerpo
dolido, agotado.
Caen abajo, abajo, abajo...

Como el sueño de los amantes dormidos en las noches,
y el grito abierto de la pesadilla
devorando su hueco de cordura
como un aire que no he usado

Caminaré erguido al viento
azotado y confundido.
Caminaré
donde el alma caída germinará de nuevo en la noche
sin preguntarme qué labios resecos apuraron su sudor.

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