martes, 25 de enero de 2011

Otro brote


Brotan espinas de mis manos,
las mismas con las que he de frotarme los ojos,
dibujados en el encuentro del dolor;
las mismas que buscarán el aire y la luz
en este laberinto cansado de almas desiertas;
las mismas que han de bañar en duelo el amanecer.

Brotan espinas de mis manos,
cobijando la sal de mis heridas,
hogar de noches acariciadas en el hechizo del miedo
soñando en el tálamo de una muerte anciana
que, callada, me mira con nostalgia.
No soy sino otro brote más de espinas preñadas de recuerdos
con las manos vacías.

miércoles, 19 de enero de 2011

Hermosa te asomas

Hermosa te asomas a la calle, presumida Miseria,
llevas
puesta tu máscara de asustar
(surgida de tiempo en precario),
tus botas de roja caña,
el traje de años desvaídos
y los fieros dientes guardados en el bolso
(acaso te duelan hoy las encías).
Vieja eres, pero aún te quedan
-fingida y cariñosa-
tus rojos pezones sobre la blanca hiel,
y esa tersa náusea
que enmascara con deleite los pliegues goteados.

No me tardes, que hemos quedado pronto
y el café ya se ha enfriado.

Doctores

Hay unos doctores que acuerdan
lo que será mi tratamiento,
van con prisas,

esta noche tienen cena con unos amigos.
Han reservado mesa y encargado la comida,
comerán paella,
                        con vino blanco,
y de postre,

                  algo de helado.
Y cuando acaben, satisfechos
                                             (café y copa larga),
se marcharán a sus casas y dormirán tranquilos.

Quizás algunos hasta hagan el amor,
mañana es sábado, y no se trabaja,
yo, continuaré otro día más atado a la cama.

lunes, 17 de enero de 2011

Sólo la rueda gira





Fijada la vida en el vacío, gotea las horas en su llanto. Su cuerpo partido en días aprisiona un alma vencida y agotada, atrapada en las cadenas que los silencios van oxidando, en cadenas que perforan las noches astillando su cansancio en mil gritos mordidos.

 
 

Como eterna rueda, la mirada vigila los resquicios de un mundo que la arrincona al desprecio, nublando la existencia. Cual rueda, las ideas giran en su eje de olvido y abandono, tornando una y otra vez al surco barbechado de un vacío sin final.

Las manos postradas, cautivas en la soledad de la ausencia, humilladas en el abrazo prohibido, labran en el tiempo su yerma impotencia con un canto mudo y derrotado.

Las manos ya no hablan, los ojos ya no miran, su cuerpo ya no ama, tan sólo la rueda gira en él, siempre, eterna.

jueves, 13 de enero de 2011

Una vez más

Unas manos cansadas despiertan el día, torpemente intento arrastrar mis ojos a la luz, ansío un calor que no encuentro, y que recuerdo, como las astillas de unos labios besados en un ayer ya devorado por la herrumbre. ¿Para qué la vida?, si vivirla es dolor. En mis manos mueren las estaciones, una a una, como las horas de un sueño agotado.

¿Qué diablos hago en la vida?, atrapado en la cíclica cacofonía de la impaciencia. ¿Qué me atrapa en la sima del abandono?, donde todo se repite una y otra vez, una y otra vez, donde los martillos de viejos recuerdos, deshilados manteles de la memoria, una y otra vez golpetean el ahora hasta desmigarlo en sus pesadillas.

Los pensamientos van cayendo como hojas arrojadas en el pasado, como hojas descosidas del alma, y la luz difusa de la razón amortaja el presente con su halo de inquietud. ¿Por qué me aferro a esta muerte enclaustrada, a esta muerte de llanto quebrado?, donde tantos fantasmas cohabitan en mansa agonía, donde tantas almas consumen su dolor en el olvido, donde los cercos de viejas cadenas laten insaciables en los páramos de unas mentes oxidadas.

Un grito atraviesa la sombra que devora las mañanas, en mi cabeza restalla de nuevo la rueda que gira en su festín de cuerpos atrapados.
Una vez más

miércoles, 12 de enero de 2011

Paredes del alma

Existe un mundo de paredes en el alma. Paredes que aíslan y aprisionan, que ciegan y callan sentimientos asfixiándolos en su propio agujero. Paredes que acuchillan y corroen las alas con las que el alma acaricia los infinitos libres del espíritu.

Entre esas paredes vagabundean pensamientos heridos queriendo encontrar una salida que dé sentido a sus palabras encharcadas, un hueco por el que caminar hacia su ser último; queriendo encontrar resquicios que den luz a su oscuridad, con algo de luz, aún en penumbras, serían distintos.

Es un mundo enjaulado las paredes del alma, es un mundo enrejado en los barrotes del miedo, del temor, de la soledad; es un mundo atrapado en su laberinto de engaños y torpes mentiras; es un mundo ahogado en el vacío de la cordura.

Las paredes seducidas del sueño arrastran sus pesadillas arrojando a su paso horas de desolación, horas de vacío, horas de llanto, horas de trapo sin vida.... Y el cuerpo cansado bebe su sombra amarga entre noches sin final. Las paredes crecen, el cuerpo encoge. Las paredes duelen en el sueño del alma.

El alma necesita luz, aire, vida...., sentir. El alma necesita demoler paredes, arrancar las espirales eternas que perforan la mente como alambres de espinos oxidados en años caídos. El alma necesita vaciar las escombreras de la conciencia donde se guardan los deshechos de antiguos derribos que aún la torturan, que aún la atan en la culpa del dolor, el espíritu desaparece agotado entre tanta herrumbre del pasado.

¿Qué ocultan las paredes que nunca nos atrevimos a derribar?, ¿será ésta la última?, o detrás de ella ya se ha comenzado a levantar un nuevo muro....
¿Qué seríamos si no existiesen paredes?, acaso el alma volaría sin lastre de cadenas al encuentro de su espacio.