miércoles, 12 de enero de 2011

Paredes del alma

Existe un mundo de paredes en el alma. Paredes que aíslan y aprisionan, que ciegan y callan sentimientos asfixiándolos en su propio agujero. Paredes que acuchillan y corroen las alas con las que el alma acaricia los infinitos libres del espíritu.

Entre esas paredes vagabundean pensamientos heridos queriendo encontrar una salida que dé sentido a sus palabras encharcadas, un hueco por el que caminar hacia su ser último; queriendo encontrar resquicios que den luz a su oscuridad, con algo de luz, aún en penumbras, serían distintos.

Es un mundo enjaulado las paredes del alma, es un mundo enrejado en los barrotes del miedo, del temor, de la soledad; es un mundo atrapado en su laberinto de engaños y torpes mentiras; es un mundo ahogado en el vacío de la cordura.

Las paredes seducidas del sueño arrastran sus pesadillas arrojando a su paso horas de desolación, horas de vacío, horas de llanto, horas de trapo sin vida.... Y el cuerpo cansado bebe su sombra amarga entre noches sin final. Las paredes crecen, el cuerpo encoge. Las paredes duelen en el sueño del alma.

El alma necesita luz, aire, vida...., sentir. El alma necesita demoler paredes, arrancar las espirales eternas que perforan la mente como alambres de espinos oxidados en años caídos. El alma necesita vaciar las escombreras de la conciencia donde se guardan los deshechos de antiguos derribos que aún la torturan, que aún la atan en la culpa del dolor, el espíritu desaparece agotado entre tanta herrumbre del pasado.

¿Qué ocultan las paredes que nunca nos atrevimos a derribar?, ¿será ésta la última?, o detrás de ella ya se ha comenzado a levantar un nuevo muro....
¿Qué seríamos si no existiesen paredes?, acaso el alma volaría sin lastre de cadenas al encuentro de su espacio.

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