jueves, 13 de enero de 2011

Una vez más

Unas manos cansadas despiertan el día, torpemente intento arrastrar mis ojos a la luz, ansío un calor que no encuentro, y que recuerdo, como las astillas de unos labios besados en un ayer ya devorado por la herrumbre. ¿Para qué la vida?, si vivirla es dolor. En mis manos mueren las estaciones, una a una, como las horas de un sueño agotado.

¿Qué diablos hago en la vida?, atrapado en la cíclica cacofonía de la impaciencia. ¿Qué me atrapa en la sima del abandono?, donde todo se repite una y otra vez, una y otra vez, donde los martillos de viejos recuerdos, deshilados manteles de la memoria, una y otra vez golpetean el ahora hasta desmigarlo en sus pesadillas.

Los pensamientos van cayendo como hojas arrojadas en el pasado, como hojas descosidas del alma, y la luz difusa de la razón amortaja el presente con su halo de inquietud. ¿Por qué me aferro a esta muerte enclaustrada, a esta muerte de llanto quebrado?, donde tantos fantasmas cohabitan en mansa agonía, donde tantas almas consumen su dolor en el olvido, donde los cercos de viejas cadenas laten insaciables en los páramos de unas mentes oxidadas.

Un grito atraviesa la sombra que devora las mañanas, en mi cabeza restalla de nuevo la rueda que gira en su festín de cuerpos atrapados.
Una vez más

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