martes, 29 de marzo de 2011

Este amanecer




Este amanecer ha nacido yermo,
las palabras del tiempo se derraman entre las sábanas de la ensoñación,
dejando un vacío colmado de olores y recuerdos.
Un vacío agujereado de preguntas, descosido de ilusiones.

Este amanecer
asoma sus restos sobre un mundo que lo contempla con sorda indiferencia,
vagando en la marea de su inmanente locura.
¿Cómo despertar en un amanecer
que se empeña en engañarse cíclicamente con su propia mentira?.
Difícil,
muy difícil abrir la vida con el sopor de un blues inacabado.

El cuerpo dolido quiebra un grito cuando lo atraviesa la hora pactada,
quiebra un canto anciano de agonía en las manos sumisas.
El cuerpo obedece,
el alma calla.
Las manos preguntan,
el vacío calla.
¿Quién dirige este juego?.

La mirada,
     en miel despertar,
agujerea láminas de blanca oscuridad.
La mirada se clava en huecas paredes intentando resquiciar su lienzo
y conseguir beber un poco de luz
más allá de su esqueleto de argamasa y dolor.
Una luz que atrape, que motive, que aliente, que arrastre, que queme.
Una luz que abofetee la ebria sensación de otro día destrozado.

Mirada y cuerpo golpean este amanecer forzado.
La sangre agolpada en los latidos vierte su acre calidez sobre un erial,
seco,
baldío.
Borbotea su espeso licor en canales de antigua cadencia,
en canales de gélida impaciencia.
La sangre ya no calienta.
La sangre tamiza su cauce en un lecho de hastío y cansancio
en este nuevo amanecer. Otro amanecer.

Vapores de vida alcanzan las cotas de mis ventanas selladas en olvido.
Arrancan el vaho marchito que oxida los cristales.
Arañando el espejo de mis recuerdos.
Quebrando el sabor de la noche de mis labios.

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