viernes, 29 de abril de 2011

Las noches asedian

Las noches asedian horas tras horas
la carcasa de mis restos en el lecho frío.
Frío como el aliento desesperado,
como la voz cautiva.
Vuelvo a levantarme como me postré,
sin respuestas, sin preguntas, sin nada…
vacío.

El sol quizás caliente,
a mí me clava la piel.
La brisa de la mañana arroja vida contra los cristales,
las cortinas permanecen cerradas,
hace tiempo que se callaron humildes en su atadura.
Cortinas cansadas de mirar la luz
lavan su pátina de tristeza
en la penumbra de una soledad inacabada.
Unas cortinas somnolientas de hastío
rutinario que cicla callando silencios

El alba rasga  los escalones húmedos del sueño,
las horas vírgenes se cuelan
entre la descosida mortuoria de mi hábito.
Gotas de luz en los párpados del alba,
no me reconozco en el rostro oxidado que habita tras el cristal.
Llegará mi muerte con la voz desnuda
inundando de palabras su sendero,
y excavará un túnel en el alma donde se confundan latidos y dolor.

Llegará como dormida buscando descanso
sin conocer dirección ni hogar,
grabando en mi habitación un eco entumecido,
un cálamo macilento que abrirá mis venas
y recogerá sediento lágrimas antiguas
con olor de sudor, años, sueños y vigilia.

1 comentario:

  1. ya no está tan triste ...porque trascienden estos pensamiento y emociones....y el alma,se auieta ,con haberse expresado

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